Y en la misma plaza San Martín justo encima del anterior monumento me encuentro con el que para mí es la mejor escultura de la ciudad: el gomero. Un árbol centenario que es tan grande que sus ramas están apuntaladas para que no se caigan al suelo. Por cierto, si lo ves de cerca, en su tronco, se pueden apreciar unas formas que simulan patas de elefantes, ojos...sólo es cuestión de acercarse y hacer volar la imaginación.
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